Se hace necesario que en educación se reflejen los avances que nos
aporta la ciencia, y actualmente son muchas las teorías y voces que nos hablan
de la necesidad de poner juntas neurociencia y educación, no solo para poder a
ayudar a mejorar el estudio sino además, para que nuestros métodos de enseñanza
se adapten a las etapas del desarrollo evolutivo y a las diferencias
individuales, partiendo de que para comprender el aprendizaje hemos de entender
cómo funciona el cerebro, puesto que
todo proceso mental tiene lugar en un sustrato biológico.
De
ahí se deriva la necesidad de un acercamiento
a las neurociencias desde la realidad
del aula, y eso solo puede hacerse a través de la experiencia del
profesorado, porque no todo el conocimiento que nos aporta esa ciencia tiene
interés educativo.
En los últimos 20 años la investigación
acerca del cerebro ha avanzado de forma extraordinaria. En este período se han
obtenido más hallazgos que en los siglos anteriores, conceptos como el de la
neuroplasticidad, el desarrollo cerebral del niño y el adolescente, la
neurogénesis durante toda la vida, la importancia del sueño para la memoria,
etc. han supuesto un tremendo avance en el conocimiento. Sin embargo, respecto
a la aplicación de las neurociencias en la educación, estamos en pañales y
tratando de ponernos al día respecto a países más avanzados en este ámbito.
(OCDE, 2002).
Parte del problema radica en que en la
actualidad los resultados de las investigaciones científicas relacionadas con
el estudio del cerebro rara vez tienen una consecuencia directa en el aula. La
pedagogía y las políticas educativas se encuentran ajenas a los progresos de la
ciencia, sin embargo, deberíamos incorporar el conocimiento que nos aporta la
ciencia sobre el cerebro a una pedagogía y didáctica que nos permita aprender
con todo nuestro potencial a lo largo de las diferentes etapas del desarrollo.
A pesar de eso, por muy increíble que parezca, no se incluye en
nuestra formación el estudio de la herramienta que usamos al aprender, el cerebro; de esa forma, difícilmente
cualquier propuesta de innovación educativa tendrá éxito si no se tiene en
cuenta la forma en que aprenden los estudiantes y por supuesto, al docente el
propio docente.
En esta
línea son numerosas las voces que hablan de la necesidad de la mayor formación
del profesorado en el conocimiento del cerebro como uno de los pilares
fundamentales de la educación, señalando las ventajas de que el docente
entienda las particularidades del sistema nervioso y del cerebro para adaptar
sus métodos de enseñanza a las necesidades específicas de cada persona, sus
estilos de aprendizaje, su actitud, el
ambiente del aula, entre otros factores.
Según Gamo
(2012) combinar las ciencias cognitivas y las neurociencias con la educación, conlleva métodos educativos
más eficaces, pero lo más relevante desde el punto de vista de la
neuropsicología es la oportunidad que este conocimiento nos aporta sobre lo que
debemos aprender y cómo aprenderlo, teniendo en cuenta la neuropsicología del
cerebro en desarrollo. Por lo tanto, concluye que los objetivos pedagógicos y
las didácticas deben modificarse y tener más en cuenta la activación de las
diferentes funciones mentales para que realicen operaciones de más o menos complejidad.
Según
Martín (2003) para comprender el aprendizaje hemos de entender en
primer lugar las bases neuropsicológicas que lo sustentan, partiendo de que
todo proceso mental tiene una base orgánica en el cerebro. El cerebro actúa
como un gran receptor que permite que la información externa captada a través
de los sentidos sea transmitida a las diferentes áreas cerebrales, donde es
procesada e integrada de forma compleja; por lo tanto sugiere que nuestra forma
de enseñar debería partir del conocimiento sobre el funcionamiento del cerebro.
Campos
(2010) hace referencia a la necesidad de conocer “las bases del aprendizaje, la memoria, las emociones, los sistemas
sensoriales y motores, sistemas atencionales, motivación, ritmo sueño/vigilia,
por mencionar algunas de ellas” como base para mejorar las practicas docentes en el aula. Igualmente
señala que no se trata de que esta nueva ciencia aporte todo su conocimiento al docente, más
bien se trata de que el docente use aquellos conocimientos que les resulten
útiles
En 2011 se publica uno de los libros más
interesantes en este campo:
Investigación neuroeducativa: neurociencia, educación y cerebro: de los
contextos a la práctica. Que defiende
con rigurosidad científica un nuevo
campo de investigación: la Investigación Neuroeducativa.
En 2014 se publica: Neurociencia Educativa:
Mente, cerebro y educación, se trata de una compilación de distintas
perspectivas sobre cuestiones fundamentales de la neurociencia aplicadas a la
enseñanza, escrita por autores americanos y prologado por José Antonio Marina.
En lo que están
todos de acuerdo es en que para poder unir neurociencia y educación se requiere
una alfabetización neurocientífica del profesorado, sin embargo, no se trata de transformarnos en pseudocientíficos sino de proporcionarnos, de manera clara y efectiva,
los fundamentos del funcionamiento cerebral y
conocer cómo este se relaciona con el aprendizaje desde la perspectiva
de su aplicación real en el aula,
Tal como opina Marina
(2011) en su artículo La educación del
cerebro, combinar la pedagogía y las
neurociencias con la educación, conlleva métodos educativos más eficaces,
porque ahora sabemos que es muy importante tener en cuenta el papel
trascendental del cerebro en los procesos de aprendizaje. Además en total acuerdo con
sus palabras, el acercamiento entre ambos campos debe basarse en la práctica
real en el aula, porque desde los conocimientos teóricos hasta su aplicación
real hay mucha distancia.
Analicemos a muy grandes
rasgos algunas de las aportaciones de la neuropsicología usamos en nuestra labor como docentes:
1. En primer lugar puede ayudarnos a
comprender el marco general en que se da la educación, partiendo de que la
plasticidad del cerebro humano es mayor de lo que creíamos y que como docentes
podemos potenciarla si tenemos en cuenta el papel del cerebro en el
aprendizaje. Para ello, hemos de entender en primer lugar las
bases neuropsicológicas que lo sustentan, partiendo de que todo proceso mental
tiene una base orgánica en el cerebro.
El cerebro
actúa como un gran receptor que permite que la información externa captada a
través de los sentidos sea transmitida a las diferentes áreas cerebrales, donde
es procesada e integrada de forma compleja; Para
entender qué significa aprender hemos de partir de que todo aprendizaje implica
un cambio en el cerebro y que los procesos mentales de raciocinio,
planificación, comprensión, emociones, voluntad, imaginación,…y también la
memoria se asientan en un sustrato físico: el cerebro.
La relación entre mente y cerebro, por lo
tanto, es evidente. Por ejemplo, el que la memoria, se “aloje” en el cerebro
implica que la fijación de los recuerdos tiene un sustrato biológico y más
exactamente químico y eléctrico.
Por lo tanto,
nuestra forma de enseñar debería partir del conocimiento sobre el
funcionamiento del cerebro. Y aunque como profesores no necesitamos un
conocimiento profundo de su estructura y funcionamiento sí debemos conocer al
menos los aspectos básicos y su relación con el aprendizaje.
2. En segundo lugar no podemos olvidar que cada cerebro tiene su propio
ritmo de maduración, genéticamente determinado, pero en algunos casos la
educación puede adelantarla o retrasarla. Por ejemplo, es bien sabido que la
maduración de los lóbulos frontales es muy tardía, lo que suele usarse para
justificar las conductas irresponsables de los adolescentes. Pero también puede
ocurrir que una educación que mantiene a los adolescentes en un estado de
irresponsabilidad, como es la nuestra, retrase la maduración de los lóbulos
frontales.
3. En educación, como en otros campos todos los factores interactúan y
no pueden ser aislados. En el aprendizaje no podemos aislar la influencia de
cada variable, ya que es la interacción conjunta de todas ellas lo que
condiciona el resultado. Para enseñar y por supuesto para aprender, por lo
tanto, debemos partir de las diferencias individuales, y tener en cuenta desde
una perspectiva global e
integradora todas las variables que intervienen, contemplando
tanto los aspectos cognitivos, afectivo-motivacionales, sociales, físicos, como
las estrategias autorreguladoras del proceso de aprendizaje (lugar, tiempo,
planificación…). Teniendo en cuenta, además, que para aprender se han de
dar una serie de condiciones mínimas que favorezcan el aprendizaje partiendo de
que todos somos diferentes y eso influye
en la forma en que aprendemos.
4. Según las aportaciones del
conductismo, los seres humanos
aprendemos de tres formas básicas, aprendemos dependiendo de las consecuencias
que tengan nuestras conductas, aprendemos siguiendo instrucciones y por último
lo hacemos imitando lo que hacen otros. Muchos de nuestros alumnos han aprendido a actuar de manera
inconsciente con reacciones de miedo o rechazo ante las demandas escolares, por
ello debemos crear un contexto en el que las emociones y experiencias positivas
se asocien con el aprendizaje, cuidando tanto los refuerzos que usemos
asociados a esas conductas como los modelos de aprendizaje que ofrezcamos.
5. Las
teorías del aprendizaje desde una perspectiva neurocientífica, constituyen un
nuevo paradigma en el ámbito educativo que permite reflexionar, analizar y
explicar el comportamiento del cerebro humano como un órgano que aprende.
Todas
estas teorías, están de acuerdo en que a pesar de que el cerebro está compuesto
por hemisferios, áreas o cuadrantes, es decir, por componentes que cumplen
funciones específicas, todas las partes interactúan de forma conjunta y que el
hombre necesita de todo el cerebro para aprender de manera óptima y oportuna. Para integrar el desarrollo de todas
las partes del cerebro debemos proporcionar actividades que desarrollen la
lógica, la creatividad… y que proporcionen momentos específicos para cada
aspecto.
6.
El papel de la atención en el aprendizaje es fundamental. Atender es esencial
para codificar y procesar información y, por lo tanto sin atención no hay
aprendizaje.
En el sistema actual se prioriza la
consecución de objetivos desentendiendo el procesamiento emocional y eso
conduce a ansiedad y estrés, no solo en nuestros alumnos, sino también en
nosotros mismos. Por ello en cada momento el objetivo debe ser maximizar la
atención de nuestros alumnos optimizando sus recursos, potenciando la sensación
de bienestar y seguridad en el aula a través de la empatía; no cabe duda de que el aprendizaje será más
efectivo si encuentran sentido a lo que están aprendiendo, para ello, el
explicar no solo el contenido de nuestras materias
sino los motivos por los que lo hacemos de una forma o de otra es una forma de
dar sentido al aprendizaje.
La
dispersión en la atención realizando varias tareas de forma simultánea, lo que
conoce como "multitarea", lleva a un procesamiento de peor calidad.
Por
el contrario, la atención plena nos enseña a ser más reflexivos, es decir a
usar de manera consciente la metacogncición como fuente de conocimiento sobre
uno mismo y el entorno. La función reflexiva ( mindfulness) incluye el
autoconocimiento y la empatía en el programa educativo.
7.
Aprendizaje y memoria son dos procesos íntimamente relacionados a través de los
cuales los organismos interpretan la información
proporcionada por los sentidos, la manejan y la elaboran y la recuperan; puede
decirse, por lo tanto, que aprendizaje y memoria son fenómenos
interdependientes porque aprender implica siempre alguna forma de adquisición
información que provoca una modificación del estado de la memoria del sujeto.
8. La inteligencia
Gardner, hace un nuevo planteamiento de
la inteligencia que va más allá de lo cognitivo. Él plantea la
inteligencia como la "capacidad de resolver problemas o de crear productos
que sean valiosos en uno o más ambientes culturales”. Sin embargo lo más
significativo de su teoría consiste en distinguir ocho inteligencias diferentes
e independientes, que pueden interactuar y potenciarse entre ellas.
Al definir la
inteligencia como una capacidad, Gardner la convierte en una destreza que se
puede desarrollar. No niega el componente genético. Todos nacemos con unas
potencialidades marcadas por la genética y todos tenemos las ocho
inteligencias en mayor o menor medida. Pero esas potencialidades se van a
desarrollar de una manera o de otra dependiendo del medio ambiente, nuestras
experiencias, la educación recibida, etc. Y ese es precisamente su
valor en el ámbito escolar, como docentes tenemos una herramienta muy
efectiva que nos permite tratar a cada alumno desde una perspectiva
individual y desarrollar en el aula ese tipo de inteligencia tan útil no solo
en el aula sino en todos los aspectos de nuestra vida: la inteligencia
intrapersonal e interpersonal según Gardner o inteligencia emocional según
Goleman.
9.
El poder del lenguaje.
La PNL (Programación Neurolingüística) plantea un modelo de cómo
funciona la mente y la percepción humana.
La PNL plantea el estudio de lo que percibimos a través de
nuestros sentidos (vista, oído, olfato, gusto y tacto) y de cómo organizamos el
mundo tal como lo percibimos a través de la filtración que hacen nuestros
sentidos. Además, la PNL investiga los procesos mentales que hacen que
transmitamos nuestra representación del mundo a través del uso que hacemos del
lenguaje.
Por tanto, la PNL nos ofrece a los profesores herramientas para
entender las distintas formas de aprender en el aula, también nos ayuda a entender nuestro propio proceso mental y, por
último, a comunicarnos mejor de nuestros
alumnos.
Pensamiento, comportamiento y lenguaje son las tres grandes áreas
de trabajo de la PNL
10. Las NEES
Los
profesores, necesitamos unos conocimientos mínimos sobre las necesidades
especiales de mayor prevalencia en el aula, sin la pretensión de sustituir al
especialista, pero con la intención de ser más eficaces en nuestra labor.
La
ley en España propone la inclusión de los alumnos con necesidades educativas
especiales en el aula normalizada y aunque ello aporta en términos generales
muchas más ventajas que inconvenientes, no podemos negar que aún nos queda
mucho mejorar en esta campo.
La inclusión de este tipo de alumnos en el
aula ordinaria, tiene como objetivo que desarrollen mejor sus capacidades
físicas, intelectuales así como sus habilidades, sociales partiendo de la
interacción con personas diferentes, favoreciendo la integración social, la
igualdad de oportunidades y una mayor aceptación de este colectivo por parte de
la sociedad.
Todo ello, que en general supone un gran
avance en educación, ha tenido una tremenda repercusión en nuestra labor
docente, puesto que ahora debemos atender en nuestras aulas a alumnos de
diferentes nacionalidades y tener en cuenta su cultura, costumbres e ideas,
también debemos enseñar a alumnos con alguna discapacidad, con autismo o
Asperger y por supuesto a alumnos hiperactivos, de altas capacidades, con
problemas de comportamiento y un largo etc. Y todo ello debemos hacerlo en una
mima aula, prestando atención a la vez a los estilos de aprendizaje, partiendo
de que no todos aprendemos igual y del
desarrollo físico, ya que la maduración física y neurológica está en el
base del aprendizaje y se espera de nosotros que estemos preparados para
detectar, actuar y conseguir los resultados óptimos de nuestra docencia.
Partiendo de que esa es la realidad de
nuestras aulas, y de que la mayor parte del tiempo es el profesor ordinario el
que atiende a este tipo de alumnos en el
mismo espacio físico y temporal, son numerosos autores los que se plantean la
necesidad de proporcionar a los profesores una formación específica que les
permita atender a los alumnos con alguna discapacidad, o necesidad especial de
forma más operativa y no meramente asistencial (Esteve, 2003).
11. La creatividad.
No podemos olvidar el papel de la creatividad porque tal como dice
Robinson, uno de los
grandes defensores del papel de la creatividad en la sociedad actual opina, de
forma constructiva, que en la escuela actual no se le da la importancia que se
debería a la creatividad y probablemente sea así, y es que todo el sistema está
basado en las habilidades académicas.
Para
terminar reproducimos las palabras de José Antonio Marina en su artículo La Educación del Cerebro, que recogen el
sentido global de nuestra propuesta:
Tengo la
convicción de que la colaboración entre neurociencia y pedagogía va a mejorar
extraordinariamente nuestros sistemas educativos, dándoles mayor eficiencia y
profundidad. …
…una teoría de la inteligencia que
comience en la neurología y termine en la ética, y la educación es el banco de
pruebas ideal para ella.