Desde que nacemos y aún antes, estamos pensando, estamos realizando una función que es innata del ser humano. Pero si bien todos nacemos con la capacidad de pensar, es necesario un trabajo focalizado del pensamiento para que alcance niveles cada vez más altos de desarrollo y no quede limitada a una función automática de la tenemos poca o ninguna conciencia.

En el proceso de aprendizaje inciden mucho las percepciones: La observación del objeto de aprendizaje de “El pensamiento es básicamente invisible. […]
En la mayoría de los casos el pensamiento permanece bajo el capó, dentro del maravilloso motor de nuestra mente. […]
Afortunadamente, ni el pensamiento, ni las oportunidades para pensar, necesariamente deben ser invisibles como frecuentemente lo son.
Como educadores, podemos trabajar para lograr hacer el pensamiento mucho más visible de lo que suele ser en el aula.
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