Se trata de un planteamiento que permite una perspectiva de la inteligencia
más allá de lo cognitivo. Sin embargo lo más
significativo de su teoría consiste en distinguir ocho inteligencias
diferentes e independientes, que pueden interactuar y potenciarse entre
sí usando como punto de partida las fortalezas
de la persona para reforzar sus aspectos más deficitarios.
Además, partimos además de la idea de que no todos
aprendemos de la misma manera, ni
tampoco al mismo ritmo. El término “estilo
de aprendizaje” se refiere al hecho de que cuando queremos aprender algo,
cada uno de nosotros utiliza su propio método o conjunto de estrategias y
aunque varían según lo que queramos aprender, cada persona tiende a desarrollar
unas preferencias generales.
La
Programación Neurolingüística (PNL) tiene en cuenta las preferencias del alumno según el canal sensorial que predomine a la hora
de procesar la información y plantea
tres posibilidades: visual, auditiva y kinestésica.
Todo esto tiene una
implicación directa en nuestras clases, en la forma de explicar en la
pizarra, usar las nuevas tecnologías o la corrección de la ortografía, por ejemplo.
Porque todos somos diferentes y eso influye en la forma
en que aprendemos y por lo tanto, nuestra forma de enseñar también debería ser flexible y adaptarse a
las diferencias individuales.
