Planteamos
una neuroeducación del profesorado, basada,
no solo, en sólidos fundamentos teóricos, sino en la aplicación real en el aula, abordando de forma
práctica los problemas que se nos plantean día a día en nuestras aulas.
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Para comprender el aprendizaje hemos de entender en primer lugar cómo funciona el cerebro, ya que todo proceso mental tiene lugar en un sustrato biológico. Ser capaces de explicar y comprender los procesos cerebrales que están en la base del aprendizaje (la memoria, la atención, las emociones, los sentimientos…), podría modificar las estrategias pedagógicas para adecuarlas a las características de la persona y sus necesidades específicas.
Actualmente son muchas las teorías y voces
que nos hablan de la necesidad de poner
juntas neurociencia y educación, no solo para poder a ayudar a mejorar el
estudio sino además, para que nuestros métodos de enseñanza se adapten a las
etapas del desarrollo evolutivo y a las diferencias individuales. Y aunque hay
bastante escrito desde el punto de vista científico, sin embargo, hay pocas propuestas reales de profesores que
demuestren que otra forma de enseñar es posible.
Nuestra
propuesta es presentar
una breve introducción a la neurociencia
de una forma amena y con ejemplos
reales, alejándonos de tecnicismos no útiles en el aula,
porque no podemos olvidar que somos profesores y no neurocientíficos.
Convencidos de que se puede enseñar de
otra manera si unimos neurociencia y pedagogía, nos proponemos compartir en
este curso, de manera esencialmente
práctica, las aportaciones que desde la pedagogía, la psicología clínica y
la neuropsicología, usamos en nuestro quehacer diario como profesores,
con ejemplos reales de cómo llevarlo a cabo en el aula.
En esta línea son numerosas las
voces que hablan de la necesidad de la mayor formación del profesorado en el conocimiento
del cerebro como uno de los pilares fundamentales de la educación, señalando
las ventajas de que el docente entienda las particularidades del sistema
nervioso y del cerebro para adaptar sus métodos de enseñanza a las necesidades específicas
de cada persona, sus estilos de aprendizaje, su actitud, el ambiente del aula,
entre otros factores.
Según Martín (2003) para comprender el aprendizaje hemos de entender en primer lugar las bases
neuropsicológicas que lo sustentan, partiendo de que todo proceso mental tiene
una base orgánica en el cerebro. El cerebro actúa como un gran receptor que
permite que la información externa captada a través de los sentidos sea
transmitida a las diferentes áreas cerebrales, donde es procesada e integrada
de forma compleja; por lo tanto sugiere que nuestra forma de enseñar debería
partir del conocimiento sobre el funcionamiento del cerebro.
Campos (2010) hace referencia a la
necesidad de conocer “las bases del aprendizaje, la memoria, las emociones, los
sistemas sensoriales y motores, sistemas atencionales, motivación, ritmo
sueño/vigilia, por mencionar algunas de ellas” como base para mejorarlas
practicas docentes en el aula. Igualmente señala que no se trata de que esta
nueva ciencia aporte todo su conocimiento al docente, más bien se trata de que el
docente use aquellos conocimientos que les resulten útiles
Nieto (2011) señala la relevancia de las
aportaciones de las neurociencias al aprendizaje y la enseñanza.
En 2011 se publica Investigación neuroeducativa: neurociencia,
educación y cerebro: de los contextos a la práctica, que defiende con
rigurosidad científica un nuevo campo de investigación: la Investigación
Neuroeducativa.
Tal como opina Marina (2011) en su artículo La educación del cerebro, combinar la pedagogía y las neurociencias con la
educación, conlleva métodos educativos más eficaces, porque ahora sabemos que
es muy importante tener en cuenta el papel trascendental del cerebro en
los procesos de aprendizaje.
Según Gamo (2012) combinar las ciencias cognitivas y las neurociencias con la educación, conlleva métodos educativos
más eficaces, pero lo más relevante desde el punto de vista de la
neuropsicología es la oportunidad que este conocimiento nos aporta sobre lo que
debemos aprender y cómo aprenderlo, teniendo en cuenta la neuropsicología del
cerebro en desarrollo. Por lo tanto, concluye que los objetivos pedagógicos y
las didácticas deben modificarse y tener más en cuenta la activación de las
diferentes funciones mentales para que realicen operaciones de más o menos complejidad.
En la misma línea, Mora (2013) apunta
la necesidad de la neuroeducación en el aula. En2014 se publica: Neurociencia
Educativa: Mente, cerebro y educación, se trata de una compilación de distintas
perspectivas sobre cuestiones fundamentales de la neurociencia aplicadas a la
enseñanza, escrita por autores americanos y prologado por José Antonio Marina.
En lo que están todos de acuerdo es en que para poder unir neurociencia y
educación se requiere una alfabetización neurocientífica del profesorado, sin
embargo, no se trata de transformarnos en pseudocientíficos sino de proporcionarnos,
de manera clara y efectiva, los fundamentos del funcionamiento cerebral y conocer
cómo este se relaciona con el aprendizaje desde la perspectiva de su aplicación
real en el aula. Según J.A. Mariana, el acercamiento entre ambos campos debe basarse en la práctica real en
el aula, porque desde los conocimientos teóricos hasta su aplicación real hay
mucha distancia.
Todos los modelos educativos aportan algo útil a la educación, independientemente de que el modelo global sea útil o no y analizaremos sus aportaciones desde la perspectiva de la neurociencia.
Por otra parte, a lo largo de la
historia, vemos numerosos modelos
teóricos han intentado explicar cómo aprendemos desde distintos puntos de vista
y atendiendo a diferentes factores, tales como elementos biológicos, sociales,
culturales, emocionales, etc. Cada modelo hace unas aportaciones diferentes
y, en numerosos casos, alejadas del modelo anterior; sin embargo, si
en lugar de analizarlos como modelos excluyentes lo hacemos desde una
perspectiva global, vemos que muchas de ellas pueden tener hoy en día un gran
valor educativo. Por ello, nos planteamos la utilidad de usar aspectos
concretos de las diferentes teorías, independientemente de que el modelo global
nos resulte útil o no y analizar sus
aportaciones desde la perspectiva de la neurociencia
Con la intención de proporcionar al profesorado un material con un enfoque práctico
en el aula. Este acercamiento está basado en la experiencia directa en el aula
y parte del hecho de que no tenemos que ser especialistas en psicología o en
neuropsicología, aunque sí necesitamos un mayor conocimiento sobre el cerebro
que nos permita una mayor eficacia en el aula para detectar y tratar de forma
eficaz a cada alumno en sus necesidades específicas y en caso necesario, poder
colaborar con el especialista de forma eficaz.
Planteamos una neuroeducación del profesorado, basada, no solo, en sólidos fundamentos teóricos, sino en la aplicación real en el
aula, abordando de forma práctica los problemas que se nos plantean día a día en nuestras aulas.
El resultado es una propuesta alejada de tecnicismos no útiles para el docente, desde la perspectiva de la práctica real
en el aula, donde recogemos de forma sencilla y clara las aportaciones que
desde la pedagogía, la neurociencia y la psicología clínica usamos en nuestro quehacer diario como profesores, partiendo del convencimiento de que
se puede enseñar de otra manera si unimos neurociencia y educación, porque
enseñar implica poder atender a las diferencias individuales en cada momento.
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