lunes, 28 de noviembre de 2016

Cómo afecta el sistema sensorial en el aprendizaje de tu hijo?





  La disfunción sensorial
   Es la dificultad que presenta una persona en la manera de percibir el mundo a través de su visión, audición, tacto, gusto y olfato. Responde de forma anómala a la estimulación normal. El niño interpreta la información dependiendo de cómo la recibe con sus cinco sentidos. Si estos 5 sentidos no funcionan de forma correcta, el niño recibe y canaliza la información de forma alterada. No puede manejar los estímulos que provienen del mundo exterior que llegan a su cerebro. Al ser su percepción del estímulo anormal, la respuesta a nivel de conducta o aprendizaje también será anómala.
   Los problemas sensoriales se manifiestan en diversas formas: hiperactividad, falta de concentración, déficit de atención, problemas de aprendizaje, apatía motora, agresividad, estrés, etc.
   ¿De qué forma una disfunción sensorial puede manifestarse en un niño con un déficit de atención?
   Un niño que no presta atención o se dispersa con facilidad puede estar presentando un problema sensorial con relación a cómo utiliza sus sentidos. No estamos hablando de una lesión orgánica, sino de los canales sensoriales, que es por donde “viaja” del exterior al cerebro la información sensorial y de la sensibilidad de cada sentido.
   Los niños de gran sensibilidad al ruido (hiperauditivos) se distraen con muchísima facilidad en clases grandes, cualquier ruido llama su atención y como consecuencia de ello tienen enormes dificultades para concentrarse en lo que están haciendo. Los ruidos que nosotros filtramos, normalmente sin darnos cuenta, para ellos constituyen un grave problema porque ellos no pueden filtrar esta información de una forma ordenada.
   Debido a esto, una de las formas que tienen de aislarse de esta excesiva información sensorial es desconectarse de su entorno. Por ejemplo, un niño que normalmente se comunica gritando puede que simplemente no sepa manejar correctamente los ruidos del entorno.
   Tipos de disfunciones
   En relación con los sentidos pueden aparecer básicamente dos formas de disfunción sensorial. Cada sentido puede manifestarse como “hiper” o “hipo” sensible.
   Los niños que poseen un sistema sensorial “hiper” es como si vieran, oyeran y/o sintieran demasiado. Los estímulos del entorno que nosotros controlamos fácilmente resultan excesivos para ellos. Reciben demasiada estimulación que no consiguen filtrar y procesar y les cuesta adaptarse a su entorno.
   Los niños con un sistema sensorial “hipo” en uno o más canales sensoriales no reciben la estimulación del entorno necesaria y, por tanto, buscan constantemente a través de su conducta, distintas fuentes de estimulación.
   ¿Cómo influye el sistema sensorial en el aprendizaje escolar?
   Un niño hipervisual no soporta la luz brillante del sol. Incluso la luz fluorescente de la clase reflejada en el papel blanco puede ser un problema, por lo que levanta la vista para eliminar el esfuerzo visual que está haciendo y se distrae con facilidad.
   El que un niño se golpee, se pegue con sus compañeros y hasta le guste o intente provocar que el adulto le pegue puede ser causado por una alteración de la sensibilidad del tacto. Un niño hipotáctil es aquel niño que no conseguimos ver quieto ni un solo instante. Necesita estar en constante movimiento. Necesita notar presión en su piel porque le falta estímulo y por eso se autoestimula moviendo su cuerpo y rozándolo contra la silla y la mesa de trabajo. Es brusco con otros niños y puede ser muy resistente al dolor.
   Estos son sólo algunos de los ejemplos de anomalías sensoriales que pueden observarse en el cuadro de un niño con problemas de aprendizaje. Muy a menudo no se analizan dichos síntomas de forma correcta y se termina catalogando al niño como nervioso, perezoso, distraído, hiperactivo o agresivo y a menudo se pasan por alto las anomalías sensoriales. Lo importante es darse cuenta que estos problemas no son en sí la causa del fracaso escolar, sino el “síntoma” de un desorden neurológico-funcional.
   Puesto que los sentidos son los trasmisores de la información recibida del entorno y dirigida al cerebro, es lógico dar por sentado que una información correcta transmitida a través de un canal sensorial distorsionado quedará registrada en el cerebro de forma inadecuada y por tanto será mal interpretada.
   Aproximadamente del 15% al 20% de niños con problemas de aprendizaje tienen en realidad problemas sensoriales y no de desarrollo. Estas distorsiones, una vez diagnosticadas, son tratables y cuanto antes mejor.
   La actitud de los padres
   La comprensión por parte de los padres es muy importante. Saber qué es una disfunción sensorial y por qué su hijo se comporta como lo hace les ayudará a aceptar y acercarse al mundo de sus hijos.
   Lo segundo será tratar de cambiar el entorno para que el niño se ajuste mejor. Una vez conseguido esto, la receptividad del niño y su respuesta ante los estímulos empezará a cambiar. Mientras tanto, con ejercicios se intentará ir a la causa de los problemas y se tratarán en profundidad el canal o canales sensoriales deficientes.
   Actividades recomendadas para las deficiencias sensoriales
   ¿Cómo podemos estimular en el día a día a los niños con deficiencias sensoriales?
   Niños hiperauditivos:
   Con un niño hiperauditivo, tan sensible al ruido que no consigue filtrar ruidos que normalmente se filtran y que, como consecuencia de ello, se distrae con cualquier cosa y no logra concentrarse, podemos:
Utilizar filtros auditivos para reducir su sensibilidad al ruido.
Eliminar la visión para mejorar el nivel de atención auditiva del niño, como hablar al niño (o contarle historias) en forma de susurros en una habitación oscura con el objetivo de mejorar su habilidad para escuchar. Oír no quiere decir escuchar. Estos niños oyen correctamente pero no necesariamente escuchan bien, y su habilidad de escuchar puede tener una influencia significativa en el desarrollo del lenguaje.
Realizar actividades vestibulares tales como volteretas, croquetas, silla giratoria, etc.
   Niños hipoauditivos:
   Con un niño hipoauditivo, el cual no recibe con tanta calidad los sonidos que la mayoría percibimos, los ejercicios recomendados son:
Juguetes sonoros (cajas con bolitas, bolsa con canicas, etc.). Éstos representan frecuencias acústicas y permite observar a qué tipos de sonidos reacciona el niño.
Instrumentos musicales como el xilófono o el pandero permiten realizar sonidos de diferentes frecuencias.
Dar palmaditas delante del niño y que luego él reproduzca la misma combinación que ha escuchado.
Dejarle notar las vibraciones de unos altavoces cuando suena una música con bastantes contrastes.
Permitirle escuchar el sonido que hacen algunos animales u objetos. Grabarlos en una cinta y jugar a identificar los sonidos con las imágenes correspondientes que, previamente, habremos conseguido.
   Actividades recomendadas para las deficiencias sensoriales
   ¿Cómo podemos estimular en el día a día a los niños con deficiencias sensoriales?
   Niños hipervisuales:
   Será necesaria una estimulación visual. Ésta se lleva a cabo mediante:
Distintos filtros de colores que les ayuden a reducir su sensibilidad a la luz en el papel.
   Niños hipovisuales:
Ejercicios básicos con luces destinados a estimular la visión del niño. El objetivo de dicha estimulación visual es intentar reducir comportamientos como: constante aleteo de manos delante de los ojos, encender y apagar repetidamente la luz de las habitaciones, balanceos, giros sobre uno mismo y otros comportamientos anómalos relacionados con el movimiento.
Es importante señalar que una hipovisión no implica una visión pobre en la que se prescribiría el uso de gafas. Un niño hipovisual puede tener, en términos de medición, una visión correcta.
En una habitación oscura, proyectar la luz de una linterna sobre las paredes, el techo, ventanas… y jugar con el niño a atrapar la luz.
Ejercicios de optometría.
   Niño hipertáctil:
   Ante un sentido hipertáctil nuestra forma de contacto físico con el niño debe ser muy cuidadosa. Primero le tocaremos, le abrazaremos y daremos masajes suavemente. A medida que el niño vaya perdiendo miedo a nuestra cercanía y acepte cada vez más nuestro contacto, la hipersensibilidad del niño se irá reduciendo y se irá normalizando
   Niño hipotáctil:
Los masajes serán la primera forma de estimulación necesaria. Masajes de presión profundos con las manos por todo el cuerpo en especial las extremidades y masajes con vibrador.
Estimularemos la sensación de frío y calor utilizando un secador por todo el cuerpo para que aprenda a percibir las diferencias en la temperatura.
Lo mismo haremos sumergiéndolo en una bañera con agua fría y luego caliente.
Pondremos en la bañera gran cantidad de garbanzos para que pueda tumbarse y masajearse él mismo con ellos. Esto da pie a gran cantidad de juegos que nos permiten masajear zonas como la yema de los dedos, pies, nalgas, etc. que de otra manera costarían más.
   Actividades recomendadas para las deficiencias sensoriales
   ¿Cómo podemos estimular en el día a día a los niños con deficiencias sensoriales?
   Con olfato “hiper”:
Empezaremos ofreciéndole al niño olores muy suaves que pueda tolerar para, poco a poco, ayudarle a aceptar olores cada vez más fuertes: primero le haremos oler cosas muy suaves como agua, azúcar, mantequilla. Luego pasaremos a olores como fruta, café, carne, etc para acabar con olores más fuertes tipo mostaza, vinagre o perfumes.
   Ante un olfato “hipo”:
   Haremos todo lo contrario a lo anterior:
Empezaremos ofreciéndole olores fuertes para gradualmente pasar a olores cada vez más suaves. Utilizaremos jabones, aceites, especias, flores, etc.
Podemos pasarle Bits de olores, es decir, cada día ungirle las yemas de los dedos con un concentrado de aroma (en forma de aceite) y permitirle la oportunidad de que se huela cada vez que quiera.
También puedes utilizar un “quemador” para ambientar tu casa cada día con un aroma diferente. Estos quemadores se encuentran en cualquier tienda naturista o de regalo, así como los aceites olorosos. Juega a que tu hijo identifique el olor: jazmín, pino, limón, etc.
   A un niño con el sentido del gusto “hipo”:
Le expondremos a todo tipo de sabores fuertes. Estimularemos las áreas de la boca donde se encuentran los receptores del gusto. El orden será de lo más fuerte a lo más suave.
   Con el sentido del gusto “hiper”:
   Haremos todo lo opuesto a lo anterior:
Empezaremos ofreciéndole al niño sabores muy suaves para ir, de forma gradual, hacia sabores cada vez más intensos. Las comidas fuertes se darán, al principio, de forma diluida.
   Este es sólo un esbozo del tipo de ejercicios que pueden ser recomendados a un niño para ayudarle en su desarrollo neurológico-funcional, ya que a cada niño se le diseña su propio programa con el fin de optimizar el desarrollo y aprendizaje.
   ¿Cómo hemos de ajustar el entorno a los niños con disfunciones sensoriales?
   En el caso de una hiperaudición, recomendaremos que se reduzca al máximo los ruidos de la casa: bajar el volumen de la TV, la radio, bajar el tono de voz entre los miembros de la familia y si es posible, favorecer el uso de moquetas y cortinas en los cuartos para absorber ruidos. Intentaremos evitar situaciones tales como tráfico, zonas multitudinarias como almacenes, circos, metro y si es necesario recomendaremos el uso de tapones para los oídos.
   A un niño hipervisual le protegeremos de la luz brillante del sol, le recomendaremos el uso de gafas de sol y procuraremos que sus ojos no estén demasiado tiempo expuestos al reflejo de luces fluorescentes.
   En el caso de un niño con su sistema táctil “hiper” quedarán descartadas las prendas de vestir apretadas, evitando cuellos altos, sombreros, bufandas o cualquier prenda áspera que agobie al niño, como tejanos, jerséis de lana, etc.
   Con un niño hiperolfativo la forma de ajustar el entorno será evitar cocinar alimentos fuertes cuando él esté cerca. Se procurará que en casa no haya ceniceros con colillas, no se utilizarán en la medida de lo posible perfumes fuertes, colonia y spray para el pelo. Las prendas de tejido poliéster retienen mucho el olor por lo que también procurarán evitarse.
   Cuando nos encontremos con el sentido del gusto “hiper” se darán al niño principalmente comidas suaves y no se le forzará a probar sabores fuertes o bebidas gaseosas.
   A la vez que el entorno empieza a dejar de ser una amenaza para él, nuestro objetivo es seguir con el tratamiento destinado a normalizar los canales sensoriales.

   Por James McGonagle, autor del libro Cómo aumentar las capacidades potenciales de tu hijo

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