Los tiempos cambian y los alumnos
también, y a los profesores nos cuesta cada vez más conseguir su atención en
clase, y no se trata ya de que se despisten con la mosca que pasa, o mirando
por la ventana, como siempre ha ocurrido, sino de que el porcentaje de
alumnos con problemas de atención ha aumentado exponencialmente, y lo más
sorprendente de la situación es que esa falta de interés y atención en al
aulas no siempre está relacionada con problemas de hiperactividad o una
discapacidad, sino que tiene una relación directa con los cambios en los
hábitos de los estudiantes. Por ello abordamos algunas desde la
Neuroeducación para mejorar la atención en clase La multitarea En la sociedad actual estamos cada vez
más acostumbrados a hacer varias tareas a la vez. Mientras nos tomamos un
café, muchos de nosotros descargamos el lavavajillas, vemos la tele,
terminamos de hacer la comida y planificamos el día, es lo que llamamos multitask. |
Sin embargo, hay numerosas
investigaciones que señalan que la multiplicidad de tareas hace que
estas se enlentezcan y, aumentando así la posibilidad de cometer errores. Además,
si se producen interrupciones durante la actividad, se ralentiza todo el
proceso. Si bien es cierto que nuestros jóvenes
tienen una tremenda habilidad para manejar numerosas herramientas y
dispositivos de manera simultánea, eso no implica que estén absorbiendo esa
información, ya que, salvo que el aprendizaje sea significativo, y se practique,
lo olvidan. Por ello, lo recomendable es que estas multitareas se hagan en
momentos diferentes, y que no se sobrecargue el sistema con demasiados
estímulos que el cerebro no pueda procesar a la vez y, por otra parte,
desconectar de vez en cuando del exceso de estimulación. Además, dependiendo de que la tarea
resulte nueva o de que ya forme parte de nuestro repertorio, necesitamos
diferentes niveles de atención. Cuando estamos aprendiendo algo nuevo,
necesitamos toda nuestra atención. Sin embargo, cuando ya se ha aprendido
algo y se practica mucho, podemos lograr automatizar el proceso. Todos hemos llegado alguna vez al
trabajo sin darnos cuenta del camino y, de pronto, hemos pensado: “¿pero,
ya estoy aquí?”. Eso ha pasado porque andar es un proceso
automatizado. Pero no pasa igual cuando un bebé está aprendiendo a andar, si
hace algo a la vez como, por ejemplo, sonreír al hermano que le está
hablando, se cae. Igual ocurre cuando se aprende algo
nuevo, para ello, se necesitan todos los recursos cognitivos y no dividir la
atención entre varios estímulos, y eso es precisamente lo que ocurre en
nuestras clases, todos recordamos a ese alumno que, a la vez que atiende al
profesor intenta sacar el móvil para mandar un “whatsapp”, mira por la
ventana, habla por señas con el de la última fila y, claro está, también mira
la mosca que pasa. Nunca debemos olvidar que el primer paso
en el aprendizaje es atender, y la mejor manera de hacerlo es siendo
conscientes de nuestro papel en todo el proceso, la atención plena es la
debemos perseguir para conseguirlo.
Para evitar la multitarea debemos: ·
Enseñar paso a paso, evitando la multitarea. ·
No explicar a la vez que copian, si se trata de alumnos pequeños. ·
Dar tiempo para entender, copiar, estructurar… · Dar practica suficiente para automatizar procesos.· … I). Estructuras cerebrales y sistemas
atencionales Son muchas las estructuras cerebrales
implicadas en la atención, y su neuroanatomía se distribuye en diferentes
regiones cerebrales, subcorticales y corticales (Ortiz, 2012). Desde el punto
de vista neuropsicológico, la atención es el resultado del trabajo del
Sistema Activador Reticular Ascendente (SARA) y de los hemisferios
cerebrales, regulados por los lóbulos frontales. Las Estructuras cerebrales implicadas en
la atención son, entre otras, el lóbulo frontal, cuerpo calloso, tálamo,
núcleo pulvinar, y el SARA (Sistema Activador Reticular Ascendente). Estévez-González et all (1997) describe
la atención como un proceso cognitivo ligado a tres sistemas entrelazados:
dirección y nivel de la atención (de alerta o arousal), atención selectiva y,
por último, atención deliberada. a). Alerta o arousal. El sistema de alerta suministra el tono
atencional. El tallo cerebral y el sistema activador reticular ascendente
(SARA) mantienen el estado general de vigilia, imprescindible para la
activación atencional. Es un segmento del tronco encefálico implicado en la
modulación del sueño y la vigilia. Regula los distintos niveles de
conciencia, que oscilan desde la ausencia de consciencia en el sueño
profundo, el despertar, los distintos grados de alerta, la atención
consciente y la concentración (Nieto, 2011).
Red
neuronal SARA El estado de activación, o arousal, del
organismo se caracteriza por un aumento de ciertos neurotransmisores, lo que
implica que la falta de atención es una manifestación del déficit de los
mismos. El Sistema Activador Reticular también
se encarga, tal como ya señalaron primero Pavlov y luego Luria, del reflejo
de orientación o la respuesta de orientación. Dicho reflejo se activa ante la
aparición de un estímulo nuevo inesperado, provocando de forma automática la
respuesta de orientación, que hace que volvamos la cabeza y los ojos hacia el
estímulo, focalicemos nuestra escucha, y se produzca una alteración de la
respiración y del ritmo cardiaco y, en general, un aumento de nuestra alerta
disminuyendo cualquier otra actividad irrelevante (Celada y Cairo, 1990;
García, 1997; Luria, 1986) (citado en Torres, 2003). b). Atención posterior o perceptiva
(atención selectiva) La atención selectiva nos permite seleccionar
la información prioritaria, ayudándonos a focalizar la atención de forma
selectiva para filtrar los estímulos apropiados, ya la que la cantidad de
información que pueden captar los receptores sensoriales es mayor de la puede
procesar nuestro sistema nervioso. (Ortiz, 2012). Esta capacidad depende del córtex
parietal posterior derecho y sus conexiones corticales y subcorticales
(Estévez-González, 1997). c). Atención anterior o atención
supervisora ( atención deliberada) La atención deliberada permite que un
individuo atienda de forma consciente a los requerimientos de una tarea
durante un tiempo prolongado a pesar de la frustración y el
aburrimiento. La atención supervisora o deliberada nos
permite regular la dirección y el objetivo de la atención. Estaría
integrada por zonas del cingulado anterior, prefrontales laterales y el
núcleo caudado del neoestriado. (Estévez-González, 1997).
Por una parte, la activación del
SARA a través de la novedad, permite recuperar la alerta y la atención. De
ahí se deriva la necesidad de incluir en el aula estímulos novedosos, que nos
permitan recuperar el nivel de alerta necesario para mantener un nivel de
atención adecuada. Por otra parte, su inhibición a través
del control de los estímulos irrelevantes que puedan provocar la activación
automática del reflejo de orientación, nos permite un mayor control del nivel
de atención en el aula. Por ello, es imprescindible evitar, en lo posible,
ruidos en horario escolar, interrupciones innecesarias y, en general, evitar
en lo posible interrupciones en nuestras clases que obliguen a un nuevo
reenfoque de la atención. Con respecto al mantenimiento de la
atención, es necesario crear hábitos y rutinas que permitan desarrollar poco
a poco una mayor capacidad atencional tanto en el tiempo como en profundidad. La atención: un coche sin paradas Mis alumnos saben que la atención es
como un coche preparado para hacer un viaje, y nosotros, como conductores no
muy expertos, hemos de llegar a nuestro destino dentro de un tiempo más o
menos razonable. Para no tener que parar, planificamos
nuestra ruta antes de salir, llenamos el depósito, nos ponernos el cinturón
y, una vez en el coche, iremos a una velocidad más o menos constante, sin
prisas pero sin pausas, adaptándonos a las circunstancias del tráfico. Desde
luego, lo que a nadie se le ocurre es parar el coche cada cinco minuto
bajarnos, hablar un rato, arrancar y seguir, ¡cada cinco minutos una parada,
un descanso y arrancar de nuevo¡ hasta que el coche vuelva a alcanzar
la velocidad correcta. Con la atención pasa lo mismo, si no
hemos planificado y hacemos interrupciones cada cinco minutos, perdemos la
concentración y cada vez debemos hacer un nuevo esfuerzo por concentrarnos y
atender. ¡Seamos conductores eficaces y lleguemos
a nuestro destino sin problemas!
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