Imaginemos por un momento
que nos obligan a jugar un partido de la NBA, con magníficos jugadores que
miden más de dos metros y que dedican su vida a entrenar. El resultado sería
que no veríamos la pelota y probablemente después de un rato decidiéramos
abandonar la pista y empezar a jugar con alguien de nuestro nivel.
Sin embargo, no basta sólo con una disposición favorable por parte del profesor, sino que además es imprescindible una formación básica que nos permita atender a las demandas específicas de estos alumnos, con necesidades educativas especiales, en el marco de la educación ordinaria. Todo ello sin olvidar, que en ningún caso la idea es sustituir al especialista, sino que de la misma forma que el médico de cabecera no puede, ni debe, sustituir al cardiólogo o al dermatólogo, el profesor puede detectar y tratar aquellos problemas más leves, derivar al especialista en casos más complejos y realizar el seguimiento diario.
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